Mary WardSu Carisma

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Carisma Fundacional de Mary Ward

La última iluminación que Mary Ward tuvo en 1615 vino a culminar el camino emprendido y constituye una pieza fundamental para conocer su espiritualidad. No solo la concibió como un programa de santidad personal, sino que la expuso a sus seguidoras como un alto ideal a realizar por todas aquellas personas que siguieran la vocación a su Instituto. Esta visión, llamada del “alma justa” o de la persona recta, como diríamos hoy, recoge las tres características que ella deseaba para sus compañeras: libertad, justicia y sinceridad, que no son un fin en sí mismas, sino que ayudan para poder consagrar la vida a la mayor gloria de Dios y a ejercer un apostolado encaminado al mayor bien de la humanidad. El servicio de la fe, promoviendo la justicia, la verdad y la libertad, constituye una expresión actual del carisma de María Ward. Desde la tarea educativa, implica empeñarnos en la promoción del “bien personal” y el “bien de la Iglesia y la sociedad”, de esta manera ayudamos a las y los estudiantes a “escoger su vocación en el mundo guiados por la recta intención, entendiendo que la vida es un don, un camino para ir a Dios”. Dios le fue mostrando el camino poco a poco a través de las tres iluminaciones: 1609, la visión de la Gloria; 1611, tomar las reglas de la Compañía de Jesús; 1615, del alma justa. Mary Ward, como Ignacio de Loyola, recibió la gracia de ser “contemplativa en la acción”, encontrando a Dios en todas las cosas y, a ras de la experiencia de cada día, buscando en todo su voluntad. Y porque fue una mujer de oración, se lanzó a todos los campos de acción apostólica. Así, su carisma, orientado hacia la defensa de la fe y la salvación del mundo, fue dirigido de manera especial hacia la educación de la juventud y las necesidades de la época.

Misión y ministerios.

“Como compañeras de Jesús en misión, somos llamadas a ser mujeres de esperanza para llevar esperanza. …Mary Ward nos llama a estar arraigadas en Dios, apasionadas por Cristo, profetas valientes dispuestas a asumir riesgos. Nos invita a ir más allá de nuestros límites hacia donde la necesidad sea más grande, a vivir las virtudes de la Alma Justa: de libertad, justicia y sinceridad. Siguiendo las huellas de Mary Ward, la Peregrina, queremos vivir el MAGIS, como contemplativas en la acción, como mujeres que quieren hacer más humano el mundo. Guiadas por la discreta caridad oímos de manera siempre más clara el grito de los pobres y de la tierra sufriente.” Congregación General 2011. Consideramos la misión como participación en el envío de Cristo al mundo: “Como el Padre me envió, también yo os envío” (Jn 20, 21). Esto coloca la misión en el corazón mismo de la vida de la Congregación de Jesús. Entendemos que nuestra llamada a la vida consagrada forma parte de la misión universal de la Iglesia. Así como Jesucristo envió a sus discípulos con las palabras: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Marcos 16:15), así consideramos que nuestra misión es universal y no se limita a un lugar o a un trabajo particular
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